Hojas secas – EL PAIS Andalucía

Hay días en los que uno se levanta hermanado con la naturaleza. Abro la ventana y miro al cielo. Las nubes oscuras imponen un desamparo desvaído. Se parecen a mi estado de ánimo. Miro a los tejados y a la calle. La lluvia deja un rastro fatigado, un barro de pesadumbre en los ojos. Se parece a mi estado de ánimo. Nos es que se acerque el otoño, ni si quiera que se haya dejado ver con unos días de antelación. Es que se nos ha caído encima. Abro el ordenador, me pongo a leer, a escribir, y mis manos se vuelven cada vez más amarilla, más débiles, como las hojas secas.

[…] Seguir leyendo en EL PAIS Andalucía 19/09/2009

4 Comments

  1. Abelardo Martínez el 25 septiembre 2009 a las 12:22

    Hay historias que ocurren en otoño, la que os voy a contar ocurrió en un mes de Octubre, así al menos me lo contaron a mi. Tengo una estrecha amistad con una afamada pintora madrileña, afincada en la Comunidad Valenciana. Me contó algo, que me parece mágico, precioso. Era a principios de la década de los sesenta, ella vivía en Madrid. Junto a su casa, había un parque donde ella solía ir a merendar, a veces cruzaba la calle e iba sola. Tenía siete años.

    Un día vió en un banco a un tipo, un señor mayor, gordito como decía ella, vestido como de pagés o algo parecido, extravagante, con una boina negra grande. Con cara redonda y nariz rojiza. Ella se acercó y se sentó a su lado. Era dichararechero, le empezó a hablar de cosas culturales, algo que ella no comprendía bien, pero se sentía agusto.

    Coincidieron varias tardes, ella acudía a la cita con el extraño señor. Es más, a veces le prguntaba por sus padres, por como eran, que pensaban. Un día ella le confió que su madre era comunista… y nunca olvidará la frase que dijo aquel señor…»Jesucristo fue el primer comunista».

    Recordaba tambien como le dijo que era una niña muy sensible, y que de mayor sería artista, pintora, escritora o algo así.

    La última tarde que le vió, le preguntó que por las noches que le gustaba hacer, ella respondió que contar estrellas, a lo cual él empezó a tomar notas en un cuaderno de lo que ella le estaba contando. Se despidió de ella, diciendole que ya no podría acudir más al parque.

    Cuando ella estaba estudiando Cou, unos diez años mas tarde, un día se encontró con un poema que hablaba de una niña que contaba estrellas. No se que poema es por que no me digo el título, pero ella entendió que era el poema que ese señor gordito le había escrito. El poema iba firmado por Gabriel Celaya, Nunca tuvo ocasión de verlo en persona para que se lo dedicara.



  2. Abelardo Martínez el 9 octubre 2009 a las 14:43

    No se si este artículo será censurado por mi compañero García Montero, pero lo tengo que decir y contar. Recientemente ha sido otorgado el Premio Nacional de poesía al poeta Juan Carlos Mestre, a quien no conozco ni he leído nada, no por que no tenga importancia el autor, si no por que no puedo leer a todo el mundo, como es obvio.

    Como usuario de Facebook, me dió por visitar los sitios de los últimos premios nacionales de poesía, todos estan, a todos los ví, pero no se les puede agregar como amigos, no; tan solo te dejan hacerlo como ADMIRADOR, bueno a la izquierda de este artículo está la prueba palpable. Siempre huí de los premios literarios, jamás me presentí a premio literario alguno, por principios, por que pienso que la poesía, la que nace del corazón y los sentimientos no puede entrar en casting; no se puede premiar ni tan siquiera valorar.

    Concibo la poesía, como un acto de rebelarse contra todo lo que nos perturba, encabrona; como una forma de romper barreras sociales desde la palabra, desde la estéti ca, como una forma de solidaridad hacia nosotros mismos y hacia la sociedad; el poeta nada tiene que ver con el novelista de éxito.

    Pero jamás puedo concebir al poeta, que así mismo se alza en un escalón superior al de sus semejantes. No puedo concebir al poeta divo; al que por ser premio nacional de poesía, de la crítica, loewe o lo que queramos, ya se alza en derecho de ser ADMIRADO, y no poder agregar como amigo, compartir afinidades, sueños y esperanzas. Esto es un ejemplo, tan solo eso; pero la vida está llena de ejemplos y al final son los que dicen de nosotros mismos.

    Para nada quiero personalizar esta crítica en Luis García Montero, excelente poeta y creo persona de principios. Se que es posible que Carlos Marzal, ya no me acompañe el día 24 de Noviembre en los talleres de poesía de la Prisión ValenciaII, si lee esto; pero no me preocupa, mi dignidad personal, mis ideas y principios estarán siempre por encima de amiguismos y causas comunes.

    Siempre fuí persona que a veces me cierro puertas, lo se; es el precio de la sinceridad y ser consecuente con uno mismo; pero con todo el respeto hacia todo el mundo, lo tenía que decir; si no reviento.



    • Pablo Gavilán el 9 octubre 2009 a las 15:04

      Hola Abelardo,

      Me parece legítima tu crítica, pero creo que requiere una aclaración. A la hora de tener presencia en una red social como Facebook, un escritor (o cualquier persona con cierta presencia pública) tiene tan sólo dos opciones: tener un usuario normal o tener una página. La primera opción permite «añadir como amigo» a quien desees, pero no parece tan adecuada como la segunda para el propósito de comunicación y cercanía que se persigue (de hecho Facebook creo esta función hace no mucho para mejorar esta situación). Es verdad que la terminología que utiliza Facebook de «hazte admirador» o «fan» no es la más adecuada y puede suscitar recelos, pero, una vez más, no existe otra opción.

      Luis García Montero, como todo el mundo, tiene amigos, pero también tiene lectores. La relación de un autor con su lector no es de amistad. Es verdad que «admiración» tampoco la describe, porque al fin y al cabo no creo que sea una relación de superioridad del autor. Se podría incluso argumentar que el lector es quien realmente está en posición de superioridad, es quien compra el libro, quien lo recomienda, lo critica, lo alaba y quien, en última instancia, hace al escritor. Un escritor sin lector es una comunicación incompleta, como una llamada de teléfono con sólo una persona a un lado de la línea y ninguna al otro lado.

      En fin, que la utilización por parte de los escritores de Facebook y el acercamiento a sus lectores a través de estos medios de internet a mí me parece adecuada. Que la terminología utilizada por la plataforma no es apropiada, puede ser, pero tampoco es la intención del autor y creo que en este caso no quedan dudas de la disposición cercana y sin altivezas del protagonista de esta página.



  3. Abelardo Martínez el 10 octubre 2009 a las 21:47

    Pablo, acepto perfectamente tus aclaraciones, y seguramente había cosas que desconocía y ahora las tengo más claras; en ningún momento era una acusación hacia Luis, para nada, solo una tónica general que me extrañó y no comprendía.
    Un fuerte abrazo.