Jueces lucero – EL PAIS Andalucía

Los ciudadanos deben confiar en la ley más que en los jueces. Sin duda alguna, cuando la ley se pone en manos de un juez, y se le otorga independencia para interpretarla, la sociedad asume también un acto de confianza en la dignidad individual. A un ciudadano se le confiere el poder de decidir. Todo un gesto de confianza en el ser humano y en su capacidad de justicia. Uno de nosotros es quien decide.

Seguir leyendo en EL PAIS Andalucía – 26 dic 2009

1 Comment

  1. Abelardo Martínez el 29 diciembre 2009 a las 20:15

    Me siento identificado con el artículo publicado por el poeta Luis García Montero, pero quiero añadir unas cosas.

    Las cárceles están hoy más llenas que nunca. Hace pocas semanas, tras impartir un taller de poesía en la prisión de Picassent, la que ostenta el triste récord de la más grande de Europa y donde fui acompañado por los escritores Carlos Marzal y Emili Piera, nos comentó su director, D. Ramón Cánovas, que se sienten desbordados, sobre todo por negritos del top manta (?) y conductores con dos cervezas de más.

    La ley a veces es injusta, o la hacen injusta los jueces que la interpretan. Desgraciados que en muchas ocasiones van a prisión y merecedores de estar dentro que casi siempre la eluden. El empresario, que acosado por las deudas, cierra la empresa, despide a los trabajadores sin un céntimo y a los dos meses vuelve a abrir otra empresa, con otro nombre y empezar de cero. Es solo un ejemplo. Pero hay tantos y tantos ejemplos…

    La semana pasada, interpuse una denuncia ante la fiscalía de menores de la Comunidad de Madrid, no son prácticas que suela hacer nunca, pero esta vez ya me sentí ultrajado en mis sentidos. La cadena de televisión telecinco, ha puesto en marcha un nuevo reality, una especie de Gran Hermano, donde los protagonistas son niños de entre 10 y 13 años de edad. Niños normales, como nuestros hijos, que estudian, que viven y crecen.

    No comprendo, como pueden haber padres, que por una fama efímera y mal pagada de sus hijos, se presten a firmar su consentimiento, para que sus hijos encerrados en una casa-plató, vigilados con cámaras, puedan dar juego…. a la audiencia. Niños que en la mayoría de los casos no pueden encajar las alabanzas y críticas despiadadas de la audiencia, de los compañeros de colegio, de periodistas con pocos escrúpulos, etc.

    Niños que perfectamente pueden ser futura obsesión de enfermos y pederastas, que haberlos los hay y libres. No entiendo nada, no entiendo por no entender, como no hay jueces que con la Constitución y la Ley del menor en la mano, no acaban con estas y otras tantas tropelías que van contra natura. Me siento a veces desbordado, me siento a veces como que no comprendo nada, como si fuera yo el raro y todas estas prácticas aberrantes fueran la normalidad. Ojala que nunca llegue el día que no me rebele, que no me encabrone contra muchas cosas que veo en la sociedad actual, ojala; por que si llegara ese día, ya estaría muerto en vida.