Damas de la caridad – EL PAIS Andalucía

Uno de los libros clásicos de Michel Foucault, Vigilar y castigar (1975), empieza de forma muy descriptiva. Para estudiar la historia de los suplicios, nada mejor que contar la ejecución del regicida Damiens en 1757. Conducido al cadalso en un carro, se le abrieron las tetillas, los brazos y los muslos para verterle dentro de la heridas plomo derretido, aceite hirviendo y azufre. A continuación, su cuerpo fue estirado y desmembrado por cuatro caballos, aunque hizo falta que el verdugo utilizara el hacha para facilitar el trabajo de unos animales poco decididos a colaborar. El cuerpo descuartizado se arrojó a la hoguera y las cenizas al viento. Los documentos oficiales certifican que los espectadores quedaron edificados por la solicitud con la que el párroco de Saint-Paul consoló en todo momento a la víctima.

Sigue leyendo en EL PAIS Andalucía – 23 enero 2010