Un realismo sin hechos

Decir que el descrédito generalizado de la política en España es culpa de los políticos puede parecer una simpleza, una verdad de Perogrullo. Pero conviene hacer alguna matización. No basta con afirmar que unos políticos sectarios, burócratas de la demagogia y la mentira, dan mala imagen. Hay algo más grave: la farsa diaria parece interesada en ocultar otra realidad política que también existe en España. Conozco muchos políticos que son un ejemplo de entrega, sinceridad y pulso ético. Desconocer su trabajo y su realidad cotidiana favorece a los que pretenden negar que resulta posible una dignificación de la política.

Seguir leyendo en diario Público – 27 junio 2010