Labores y esperanzas

El trabajo es un ámbito decisivo en nuestra responsabilidad social. Sólo acabamos de definirnos como ciudadanos en el trabajo. Por eso es tan grave humana y políticamente el desempleo. El paro, como estudió Richard Sennett en La corrosión del carácter (Anagrama), socava el carácter personal y la dimensión cívica. El trabajo degradado nos degrada. Cuando hay una relación estrecha, y casi me atrevo a reivindicar ahora la palabra vocación, entre la persona y su oficio, es inevitable que la realidad se vea a través de las preocupaciones laborales. Es lógico, por ejemplo, que los periodistas miren los problemas de la contaminación y el calentamiento del planeta con los mismos ojos que observan las intoxicaciones mediáticas y la crispación informativa. Sería normal que un ingeniero procurase solucionar sus problemas abriendo nuevos caminos y tendiendo puentes.

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2 Comments

  1. juan el 18 enero 2011 a las 15:47

    Estimado Luís:
    Compartiendo ampliamente tu exposición, permíteme hacer algunas matizaciones al respecto.
    En primer lugar, deberíamos partir de las enseñanzas de los sabios clásicos griegos (Sócrates, Platón), en el sentido de, primero, definir el concepto para después opinar sobre él y debatir.
    En ese sentido, creo que sería conveniente definir «que es y/o que debe ser la izquierda». Partir de la indefinición puede llevarnos a divagar sobre el tema sin llegar a ningún punto de coincidencia. Para mi, a nivel personal, la izquierda es, o debería ser, «un conglomerado de personas que, a nivel colectivo, son capaces de conseguir unir sus opiniones y actos en base a la necesidad de luchar por la consecución y mantenimiento de una sociedad en la que, desde el respeto a la identidad de cada cual, la libertad, el respeto a los derechos humanos, el reparto equitativo de la riqueza existente, el empleo y la vivienda dignos, el respeto a la naturaleza, la paz, la solidaridad y cooperación entre pueblos, etc., serían los principios básicos sobre los que edificar la convivencia.
    Partiendo de esta definición, que, en teoría, podría compartir cualquiera, deberíamos analizar quienes están por la labor y quienes no.
    Por otra parte, llevamos décadas, en este país, escuchando voces de personas que, reiteradamente, piden o exigen que la izquierda debe «modernizarse», «abandonar dogmatismos», «atenerse a los nuevos tiempos», etc. Estas personas, por lo general, acaban en el Psoe o en su entorno. Una vez allí, se acabaron todas las discrepancias y todas las exigencias. Se adaptan, perfectamente a los «dogmas del receptor», que para nada cuestionan el sistema capitalista.
    En mi opinión esto, en poco o en nada, contribuye a construir la alternativa de izquierdas que tanto necesita la sociedad española.
    Me gustaría que estas personas dijeran claramente, con claridad meridiana, en que debe actualizarse la izquierda y cuales son los dogmas a los que se deben renunciar. Porque ellos aceptan, sin escrúpulos, la política y los dogmas de aquellos que, llamándose de izquierdas, hacen política de derechas.
    En este sentido…¿Podemos considerar de izquierdas los planteamientos de quienes nos gobiernan en España? Yo creo que no,
    ¿Dónde está la alternativa socialdemócrata europea a la crisis? No hay ninguna. Se han limitado a aceptar la imposición de los mercados.
    No se dice, en cambio, que el sistema capitalista que nos domina en la miseria, sigue basándose actualmente, en el siglo XXI, en los mismos principios «de la ventaja absoluta», planteados por Adams Smith allá por el siglo XVIII, y que hoy, incluso los llamados socialdemócratas (que ya ni siquiera a eso llegan), están empeñados en que sigamos considerándolos como «dogmas de fe» absolutos en materia económica.
    Afirmar, por tu parte, que considerar los «posibles acuerdos» entre gobierno y sindicatos como perjudicial en materia electoral es propio de la izquierda marginal, es muy relativo.
    No me encuadro en lo que como izquierda marginal denominas. Por supuesto, tampoco en el Psoe, ni en su entorno.
    Pero creo que no puede aceptarse cualquier acuerdo entre gobierno y sindicatos. Llevamos décadas instalados en la costumbre de que los sindicatos acepten cualquier cosa y después nos la vendan como «el mejor acuerdo posible». La teoría de «lo mejor posible o lo menos malo», nos ha hecho mucho daño a los trabajadores, desde el «si crítico a Maastrich» hasta hoy (reconversiones industriales, precarización laboral, ETTs, aumento en los años de computo para el cálculo de las pensiones, ERES injustificados, mantenimiento de altos niveles de desempleo, prejubilaciones anticipadas, etc., etc., etc.).
    Por ello, son los sindicatos, y sobre todo sus actuales y futuros dirigentes, los que deberían tomar conciencia de que están para organizar y favorecer la participación de los trabajadores en la defensa de sus intereses, y no para acordar, por su cuenta y riesgo, «cualquier cosa», que después resulta «invendible».
    Además de todo ello, hay que tener en cuenta el «papel» de los medios de comunicación. Todos ellos, incluidos los públicos, están inmersos en las «doctrinas» del pensamiento único. Ello hace que la difusión de las alternativas de lo que podríamos denominar «izquierda real» sea muy limitada, por no decir nula.
    Por último, creo que, si necesaria es la refundación de la izquierda, mucho más necesaria es, desde la posición de una persona que se considera de izquierdas, la refundación de nuestra mentalidad, el aclarado de nuestras ideas, el saber que queremos y como podemos conseguirlo, hasta donde estamos dispuestos a implicarnos para evitar los abusos e la oligarquía financiera internacional, ser capaces de renunciar al «personalismo» en pos de conseguir unir voluntades y acciones, etc.
    La refundación de la izquierda empieza por nuestra refundación personal. Si somos capaces de conseguir ésta última, la primera vendrá por sí sola.
    Teniendo claro que esta es una tarea compleja, es hora ya de poner manos a la obra. No hay tiempo para seguir mareando la perdiz, dando vueltas, siempre, en el mismo círculo vicioso, ya que, hasta ahora, el final del camino siempre ha llevado a la misma meta, es decir, a beneficiar a los que nos siguen explotando, a los que nos mienten y, sobre todo, a perjudicarnos a nosotros mismos.
    Cierto es que el acomodo de la izquierda no debe estar en el refugio de los votos ajenos. Su refugio debe estar en nosotros mismos. La elaboración de una opción atractiva depende mucho de lo que antes decía: de nuestra predisposición a arrimar el hombro, de nuestra lucidez política, de nuestro saber diferenciar entre lo real y lo ficticio, entre lo que incluye “más verdad” y lo que conlleva “más mentira”. En definitiva, de nuestra predisposición a luchar por y defender un mundo más justo en el que nuestros derechos sean respetados y, lo que es más importante, los de nuestros hijos y nietos y, por supuesto, de nuestra disposición a participar en la creación de esa «opcion atractiva».
    En nuestra mano está.
    Saludos.



  2. Luis García Montero el 20 enero 2011 a las 21:01

    Estimado Juan, estoy de acuerdo en lo que planteas. No creo que la solución de la izquierda útil sea pasarse al PSOE. Sí creo que hay militantes del PSOE y votantes que tienen un papel útil en la Izquierda que debemos construir. Tampoco creo que los sindicatos deban pactar a cualquier precio con el Gobierno. Sí creo que no debemos aspirar a controlar a los sindicatos desde un Partido y sí creo que si el Gobierno cediese en las claves importantes del debate, cosa dificil, más que una mala noticia electoral, sería una buena noticia para los ciudadanos.
    Un abrazo y gracias por el tono y las ideas de tu comentario
    Luis