La conversación y el silencio

Mi hija Elisa tiene pocas ganas de hablar. Me responde con algún sí, con algún no, con ajás o con ruidos que salen de forma esquiva y desganada de su garganta. Está enfadada conmigo. La adolescencia no es un asunto fácil. La paternidad tampoco. La adolescente quiere reafirmar sus propias opiniones. El padre debe escuchar, respetar, pero se encuentra en un callejón sin salida: las opiniones son ya un patrimonio del otro, pero los actos de ese otro siguen siendo una responsabilidad propia. No basta con aceptar de manera comprensiva las opiniones ajenas. Uno está todavía en la obligación de decidir por los demás. La tranquilidad perfecta es el estado en el que uno no debe obedecer a nadie, ni debe dar órdenes. Pero esa tranquilidad es una utopía.

Seguir leyendo en Canal Sur Web – 12 abril 2011

2 Comments

  1. reacciones el 13 abril 2011 a las 21:54

    Yo antes de ser «adulta» he sido adolescente, además, tengo una hermana que se encuentra de lleno en sus 16 añitos. Reconozco que ser padre es difícil porque nunca sabes que le pasará por la cabeza, pero ser adolescente, aún lo es más, te sientes incomprendido, sientes que nadie está contigo. Creo que todos, antes de ser padres, hemos sido adolscentes y, aún y así, somos incapaces de ponernos en la piel del adolescente y conseguir que se sienta un poco menos «bicho extraño».

    Si te apetece visitar mi blog, aquí te dejo mi dirección: reaccionesinconexas.blogspot.com

    Saludos!



  2. Cris M el 17 abril 2011 a las 02:21

    Gracias por tu reflexión de la soledad y el silencio como formas de prepararnos para una conversación. Te agradezco que insistas en ser generosos, solidarios, pensantes, comprometidos.
    Un abrazo,
    Cris M