27. Una cuestión de percepciones

Por fin la suerte empezaba a cambiar después de la mala racha. El viento de poniente parecía dispuesto a refrescar la vida azotada por el calor del levante. Al despertarse, Azaña le había preguntado al espejo del hotel y las respuestas fueron amables. La hinchazón del ojo casi desaparecida, las heridas de la frente a punto de cicatrizar y los cardenales de la mandíbula caminaban de regreso a su iglesia.

Seguir leyendo en Publico.es – 24 agosto 2011