El desierto de las mentiras

El descrédito de la política se debe en buena parte al sentimiento de mentira que domina la vida pública y las decisiones individuales. El relato de la emancipación humana, esa búsqueda inacabada de dignidad y justicia, necesita un compromiso de sinceridad. Contar no puede confundirse con mentir, ser cómplices de una farsa que convierte la representación en simulacro, el análisis del presente en enmascaramiento de la realidad y de los rostros del poder, las decisiones personales en una invitación a la hipocresía, al rencor, el cinismo o la renuncia. Empecemos por no mentir, por hacer compatibles la voluntad del relato y la conciencia crítica.

Seguir leyendo en Publico.es – 2 octubre 2011

1 Comment

  1. Carmenlou el 3 octubre 2011 a las 16:26

    Aún estando de acuerdo en el fondo de lo que expresa su artículo, sigo pensando que es más un problema de autoengaño individual y colectivo que de «mentiras». Es cuestión de irse inoculando sin descanso masivas dosis de pensamiento único: al tiempo que nos vacunamos contra la verdad, nos volvemos defensores convencidos de nuestras «mentiras».
    Cuando la persona sabe que miente es menos peligrosa y más transparente. El caso más curioso que conozco es el del señor Rajoy, que no puede controlar un leve tic en su ojo izquierdo cuando es consciente de que no se cree lo que está diciendo.