El compromiso con la verdad

Anna Politkóvskaya, la periodista asesinada por su denuncia de las corrupciones políticas dominantes en Rusia, no tenía buena opinión del trabajo de sus compañeros. En un cuestionario para el proyecto Territorio de Glásnost, contestó con desánimo sobre la independencia de la prensa: “La libertad de expresión está en las últimas. Sólo confío en la información al 100% si la he conseguido yo misma”.

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3 Comments

  1. Carmenlou el 10 enero 2012 a las 17:03

    “La libertad de expresión está en las últimas. Sólo confío en la información al 100% si la he conseguido yo misma.
    -Lamentablemente, tampoco podemos estar seguros al 100% de las informaciones obtenidas por nosotros mismos. ¿Qué hay de la falibilidad de los sentidos y de los juicios emitidos desde la sacralidad de nuestras creencias? ¿Qué hay de la sobredosis de emoción que generalmente acompaña a aquellos acontecimientos que más nos afectan? ¿Qué pasa, en definitiva, con nuestros puntos ciegos?
    Creo que las cautelas son necesarias tanto para los demás como para nosotros mismos.
    “La mala opinión sobre el periodismo se ha convertido en parte fundamental del descrédito…”
    -El descrédito es una mancha de aceite que nos pringa a todos, no solo a científicos, periodistas y economistas. Médicos, profesores, jueces, intelectuales varios…incluso fontaneros o electricistas, somos reos del abuso de la generalización maligna, de la tendencia ya crónica a justificar nuestras faltas con la mala praxis-real o inventada- de los demás.
    Los medios de comunicación tampoco son inocentes en la creación de este clima de descrédito generalizado por su tendencia a aislar hechos negativo de cada colectivo, exagerar para atraer la atención, hurgar en las vísceras ya doloridas de muchos y repetirlo hasta la nausea, de modo que la estadística inflada se convierta en lugar común.
    “En medio del deterioro de su país, la periodista necesitaba utilizar con mucha frecuencia palabras como mentira, asesino, ladrón, repugnante o idiota. ¿Estaba insultando o calificando?…”
    -Es posible que la periodista estuviese calificando en lugar de insultar. Lo malo es que cuando el estilo se globaliza y acabamos aceptando que todos los insultos son calificaciones merecidas y todas las calumnias, verdades, por el hecho de que alguien las haya “vomitado”. Es un terreno muy delicado. Me gusta pensar que uno se vuelve un poco más libre cuando no acepta las reiteradas invitaciones a sentirse mal. Cualquiera puede intentarlo, es su privilegio. Nosotros podemos rechazar esa invitación, es nuestro derecho…
    “Leyendo Contra el insulto, he subrayado un derecho: la celebración pública de las conversaciones necesarias. Y un deber: conversar significa poder hablar, pero también saber escuchar”.
    Aunque a casi todos nos parezca bastante sencillo, el acto verdaderamente comunicativo es casi milagroso, porque ni el significado es una materia “clara y distinta”; ni el emisor y el receptor están libres de fenómenos “halo” y “filtro”. Hay que tener en cuenta: “lo que se quiere decir, lo que se sabe decir, lo que se dice, lo que se oye, lo que se escucha, lo que se comprende, lo que se acepta, lo que se retiene, lo que se pone en práctica…”
    “Una información libre y rigurosa es el corazón público de la democracia. Ninguna sociedad debería permitirse el lujo macabro de quedarse sin sus latidos”.
    – Totalmente de acuerdo



    • Luis García Montero el 14 enero 2012 a las 14:59

      Gracias por tu comentario. Lo leí tarde, pero con provecho. un abrazo,
      Luis



  2. Manuel L H el 10 enero 2012 a las 21:02

    Resulta que a esta mujer la asesinó un checheno con el fin de que los demás pensaran que fueron los rusos, es decir fue víctima de una paradoja maquiavélica . Libertad para mentir , oligarquia liberal, esto me suena . Saludos