El 23-F, el rey y el esperpento
El programa del periodista Jordi Évole sobre el 23-F ha conseguido mucha audiencia y una ruidosa polémica posterior. El aplauso, la protesta y las explicaciones desatadas compiten en protagonismo con el debate sobre el Estado de la Nación, otra farsa emitida a la opinión pública en estos días de febrero lluvioso. La diferencia de matiz quizá radica en que los padres de la patria están hoy muy desacreditados, ya casi nadie se los cree, y Jordi Évole merece un respeto general conseguido gracias un periodismo bien hecho. Yo soy uno más de sus admiradores. Los padres de la patria parecen tatarabuelos de un cortijo y Évole representa las mejores posibilidades de una nueva generación.
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Soy de los que no aprueban este tipo de programas, precisamente Jordi Évole me ha merecido un gran respeto y consideración por su trabajo riguroso dentro del periodismo. Lástima que ha vuelto a ser al que conocimos por follonero. Personas de un cierto prestigio demostraron que saben mentir muy bien y se prestaron a ello, lo siento. Podría hablar horas y horas sobre el antes y después del programa. Hay personas que vivieron esa fecha como un auténtico drama. Ya soy lo suficientemente mayor para escoger que tipo de programa de tv, de radio, libro y prensa quiero leer. Lo siento por el Sr. Évole no creo que este programa haya favorecido su profesionalidad.