Romped, tajad, pulverizad la carroña

No basta con sentirse libre ante el poder. Hay que ser libre también ante las exigencias del propio yo. Buena lección para todos los que somos opinadores de oficio.

Son muchas las páginas de Ortega y Gasset, joven o maduro, que apuestan de forma enérgica por el exterminio de la política oficial española. En 1918, con 35 años y todavía bajo el espíritu de la Liga de Educación Política, insiste en la necesaria rebeldía contra la siesta letárgica de unas instituciones “en manos descrépitas y enviciadas, en yertas y sórdidas manos de viejos”. El joven debe romper, tajar, pulverizar la carroña.

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2 Comments

  1. Carmenlou el 29 junio 2014 a las 20:38

    “lo admiro, lo amo, pero no lo aguanto”.
    “A veces me admira, respeto algunas de sus ideas y siempre me chirrían sus contradicciones” Esa sería mi versión de esa frase tan emocionalmente radical sobre Ortega. Al fin y al cabo un ser humano tan frágil, vulnerable y aquejado de incoherencia como la mayoría de los comunes mortales.
    En su libro “La Deshumanización del Arte” nos encontramos pensamientos tan elitistas como estos:
    “Habituada a predominar en todo, la masa se siente ofendida en sus “derechos del hombre” por el arte nuevo, que es un arte de privilegio, de nobleza y de nervios, de aristocracia instintiva. Dondequiera que las jóvenes musas se presentan, la masa cocea.”
    Y, sin embargo, en otro lugar de la misma obra nos dice:
    “Isis miriónima, Isis la de diez mil nombres, llamaban los egipcios a su diosa. Toda realidad en cierto modo lo es. Sus componentes, sus facciones son innumerables. ¿No es audaz, con unas cuantas denominaciones, querer definir una cosa, la más humilde? …Entre muchos podremos repartirnos los diez mil nombres”.

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