¿En qué transición estamos?uir leyendo

Pensar en las personas es pensar en un Gobierno posible.

Después del resultado de las elecciones del 20 de diciembre, con la quiebra de mayorías y el voto repartido, se invoca una vez más el espíritu de la Transición para favorecer el diálogo y los acuerdos. Y una vez más se juega con el ejemplo español, elcamino conciliador para conseguir la democracia, sin precisar bien qué ocurrió en aquellos años de difíciles tensiones, conquistas y derrotas.

 

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3 Comments

  1. j.k. el 7 enero 2016 a las 23:59

    Cuando murió Franco yo acababa de terminar la carrera. Quiero decir que viví con nitidez un antes y un después y en aquellos primeros cursos, recién estallado del mayo francés, ni el más optimista era capaz de soñar una transición tan rápida como la que se produjo. Que pudiera haber sido mejor, tal cómo estaba amordazada la ciudadanía, me parece casi una utopía.
    En cuanto a la deseable desaparición de esas élites económicas que nos mangonean, creo que la idea también tiene bastante de utopía, sobre todo mientras no se atisbe una alternativa política capaz de ofrecernos un desarrollo social verdaderamente sostenible. Claro que, también es cierto quesi no apuntamos a diez en la diana para conseguir al menos un siete, nos quedaremos siempre en un cinco ramplón.
    Muchas gracias por tu reflexión, estimado Luis, referencias como tú son imprescindibles.



  2. Peristei el 9 enero 2016 a las 04:10

    Hola, a tu pregunta: ¿En qué transición estamos?
    que me parece una pregunta filosófica más que política, el corazón suele ser un buen filósofo que suele competir con la otra víscera (no sé si el cerebro es una víscera, del corazón la ciencia ahora dice que tiene inteligencia propia, es decir independiente de la que nos habita la cabeza.)
    Supongo que la del corazón será inteligencia emocional… lo dejo porque si continúo con esta división de cabeza y corazón ( no sé porqué me parece que los políticos, o se ausentan de las dos o de una u otra) me metería en una disquisición filosófica paradójica interminable.
    (La vida en si es una transición) pero como la que nos ocupa es la española que va unida a nuestra vida y la rige queramos o no, supongo que estamos en una transición perpetua y leyéndote he recordado la película, El Gatopardo, cuando uno de los personajes refiriéndose a la vieja sociedad que muere para dar paso a una nueva, dice:
    que todo cambia para que nada cambie…
    Y es lo que he esperado desde esta transición del 75 en adelante, un cambio, un imposible, aún lo espero. Esperar será sinónimo de esperanza…?
    Lo que a mí me gustaría es que no necesitásemos políticos, ni sus transiciones ni sus istmos
    (me refiero a franquismos, felipismos, aznarismos, zapaterismos, ni rajoysmos, ni anacronismos borbónicos, ni los que han de venir) y será porque hemos transitado de verdad, al humanismo o mejor a la filantropía.
    Saludos Luis, gracias por tu artículo, acompaña.
    Feliz año.



  3. juanma gallardo el 9 enero 2016 a las 12:22

    conexión ácida

    A quien lo lee.

    Puedo escribir, las más grandes e incrédulas metáforas
    o imaginar las imágenes más crueles y sangrientas.
    Todo es tierra en el corazón del verso.
    Puedo hacer todo esto, y quedarte inerte, lector.
    Tienes otra vida que no es la mía.
    Otros verdes ojos, el tacto de una estatua
    unos labios con blanca nieve
    y el sonido de un cuarto vacío.
    Pero cuando los versos, atraviesan
    la materia transparente de lo que no existe,
    y llegan, como el roce del viento muerto
    y desembarcan en tu también estúpido quebranto
    quedamos los dos en solitaria trinchera
    atemorizados por aquellas palabras en vértigo.
    Entonces, tienes otra vida que también es la mía, lector.
    Estamos unidos en el verso.