Triste España sin ventura

Recuerdo los versos de Juan del Encina: «Triste España sin ventura, / todos te deben llorar. / Despoblada de alegría, / para nunca en ti tornar». Esta larga melancolía fue también la de Rafael Alberti, mi maestro. Evocó la vieja composición al escribir una de las piezas más tristes de su libro Pleamar (1944). Poco después, Blas de Otero, en Ángel fieramente humano (1950), evocó la misma tristeza de Alberti. Los vuelos de su juventud habían sido borrados por las olas lejanas del exilio. La libertad se había convertido en feroz dictadura. Triste España golpeada. Como escribió Larra en el siglo XIX, ninguna historia más triste que la de los españoles dispuestos a buscar la libertad y el progreso para su patria.

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