12. Azaña estrena chaqueta

El rumor a batalla doblaba la esquina de la calle Naranjo, cruzaba Tetuán y bajaba por las escaleras del metro. Al corazón encogido de Azaña se le humedecieron los ojos. ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? Que no tenemos casa, bramaba el coro. Paremos el desalojo, ordenaba la rebeldía de una pancarta. Quinientas personas abucheaban a los secretarios judiciales obligados a volar como buitres sin vocación sobre el cadáver de la hipoteca. Los policías apáticos de una lechera se esforzaban en pedir la documentación a los manifestantes vestidos con uniforme de perroflauta. Ante aquellas dudas de la autoridad, Azaña sospechó que la policía y los secretarios judiciales estaban también hasta las narices de los bancos.

Seguir leyendo en Publico.es – 9 agosto 2011