26. Confesiones de un payaso
La estación de Atocha estaba tomada por la Policía. Cuando Azaña se acercó, un agente de la autoridad vestido de gladiador le pidió la documentación. No, ya no vale el carnet de identidad, avisó enfadado al ver que el detective quería violar las nuevas leyes. Si pretende viajar, necesita partida de bautismo y un certificado de buena conducta expedido por su parroquia. ¿Cómo?, preguntó con asombro, aunque en las últimas semanas se había prometido que nunca más iba a asombrarse de nada. Me limito a cumplir órdenes, replicó el madero.
Seguir leyendo en Publico.es – 23 agosto 2011