El manifiesto albertista

J. y L. -Anonadados, a punto de caramelo y de suicidio, una voz viva y lejana nos retornó a la esperanza. Y la esperanza era una melena blanca.

L. -¿Quién es? ¿Quién es?

J. -El bueno de Rafael.

L. -¿Quién es? ¿Quién es?

J. -El poeta Rafael.

L. -¿Pero dónde estaban las plazas de Rafael Alberti?

J. – ¿Dónde los gatos romanos de Alberti?

L. -¿Dónde las rosas con orugas de Rafael Alberti?

J. -¿Dónde el verte y no verte de Alberti?

L. -¿Dónde el clavel y dónde la espada de Alberti?

J. -¿Dónde los ángeles canallas de Alberti?

L. -¿Dónde la blusa azul de ultramar de Alberti?

J. -¿Dónde sus mares?

L. -Los mares de Alberti siempre estuvieron en Granada.

J. -Las largas, interminables meadas de Alberti siempre estuvieron en Granada.

L. -Las rosas con orugas del Alberti crecieron en Granada.

J. -Y la redonda libertad de Alberti…

L. -palpitaba en Granada.

J. y L. -Siempre estuvo en Granada.

L. -Cuando supimos esto, todas las palomas recuperaron el compás y la brújula.

J. y L. -Jamás se equivocaron.

J. -Y su blusa fue su falda,

L. -y su cielo fue la mar,

J. -nuestro corazón, su casa.

L. -Señoras y señores…

J. -amigos y amigas,

L. -compañeros de todos los países,

J. -un poeta ha recorrido el mundo.

J. y L. -¡Nosotros le llamamos camarada!