El banco y la caña – EL PAIS Andalucía
Se agradece la sonrisa amable del aire acondicionado. El calor aprieta sobre las calles. Parece que el sol está dispuesto a no quedarse en paro, aunque los analistas avisen de que este verano va a descender de manera notable el número de turistas con ánimo y dinero para tumbarse en las playas de Andalucía. Agradezco la sonrisa del aire acondicionado al entrar en la oficina del banco, pero se trata de la última sonrisa. Hay un silencio solemne en el ambiente, una calma de iglesia. La gente hace cola delante del empleado que se encarga del mostrador con el mismo recogimiento que exige un confesionario. La clientela guarda turno con paciencia, no habla, soporta el tiempo imprevisible de cada operación, se acerca al oficinista y murmura sus pecados, o sus cuentas, o sus preguntas.