Federico merece la pena – EL PAIS Andalucía

Sí, merece la pena leer con cuidado las alegaciones que la familia de Federico García Lorca ha presentado ante la Consejería de Justicia. Con motivo del proceso puesto en marcha para abrir la fosa en la que se suponen que están los restos del poeta, a todo el mundo parecen sobrarle argumentos, razones y prejuicios. Pero merece la pena detenerse un momento y escuchar a la familia.

Seguir leyendo en EL PAIS Andalucía 10/10/2009

1 Comments

  1. Abelardo Martínez el 10 octubre 2009 a las 22:16

    Efectivamente, coincido con el articulista en dejar las cosas como están, sobre todo por lo que significa de hecho simbólico y también para no quitar protagonismo y olvidar a las demás víctimas que comparten la fosa del poeta.
    Hace muchos años, trajo mi madre un libro a casa, era en Valencia donde vivo desde niño. Era un libro pequeño, azul, de Iam Gibson, donde aparecía el nombre de mi abuelo entre una larga lista de condenados a muerte en juicios sumarísimos por los golpistas en Granada. Manuel García Fernández, como así se llamaba, fue el presidente de la casa del pueblo en su Pinos Puente natal, población de la que por parte materna y paterna son todos mis orígenes. Había trabajado además durante muchos años en las explotaciones agrarias que la familia de García Lorca tenía en Fuentevaqueros y Asquerosa(Hoy llamada Valderrubio). Su pena fue conmutada por la de libertad sin cargos, al interceder por él el alcalde y falangistas, pues ese hombre jamás había hecho mal a nadie.

    Hará unos quince años, aproximadamente, alquiló mi madre, que en paz descanse; una casita en Valderrubio(antogua asquerosa), mi esposa, hija y un servidor, estuvimos con mi madre un mes de Agosto viviendo en el pueblo, justo en la esquina casi de donde está la casa museo del poeta. Hice mucha amistad con la persona que se encarga de guardar, cuidar y custodiar la casa; la pude visitar fuera de horas de visita; me contó todo lo sabido y por saber, contamos anécdotas vividas por mi abuelo cuando trabajaba en esos campos. Por la noche, salíamos a la calle, sentados en sillas y mecedoras, mezclados con los vecinos. Era precioso sentir tan de cerca al poeta, conocer a ancianos del lugar que te contaban historias preciosas. Recuerdo a un personaje pintoresco, entrañable; como la mayoría de los vecinos tenía campos de cultivo en la vega del pueblo. Una noche me invitó a que fuéramos de madrugada a robar peras al campo de otro vecino(Ese tiene mucho dinero decía y no lo va a notar); nos levantamos de madrugada y nos adentramos en la vega y cogimos una bolsa de fruta en los terrenos de dicho vecino. Cual fue mi sorpresa, cuando en el corrillo de todas las noches depues de cenar, el vecino de las peras, o las manzanas, no recuerdo muy bien que fruta era; me dijo: «Abelardo, se que esta pasada madrugada habéis estado robándome fruta, alguien se fue de la lengua, pero no te preocupes, tu no tienes nada que ver, es………….; te diré que desde hace tiempo visito sus campos y le robo habas, patatas y cebollas… y él lo sabe de sobra, o sea, que lo comido por lo servido…»

    Historias de la vega granadina. Fue el mejor verano que pasé nunca; a escasos metros de la casa museo de Federico García Lorca, en Asquerosa.