Pamela roja

El verano alcanza su plenitud cuando Ángeles Aguilera cruza la playa de Punta Candor con una pamela roja. A su piel blanca, hecha de presentaciones de libros, cenas con periodistas y campañas editoriales de invierno, no le sienta bien una exposición repentina al sol de agosto. Por eso necesita un tocado para bajar los primeros días a la playa, y su pamela abre el tiempo de los paseos por la orilla, la natación hasta la boya verde y las conversaciones en la intimidad movediza del agua. Flotan con rara libertad las palabras que están lejos de todo, a mitad de camino entre la costa y el horizonte.

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1 Comments

  1. Marta el 28 agosto 2010 a las 21:13

    …acaso la pamela roja consiga unir letras escapadas de las palabras que flotan… y con olas, a solas, solo, el sol… amanezca en otro poema. gracias poeta.