Despedida

El agua no sabe de escrituras. Eso dicen en Rota cuando los temporales se llevan una casa. El mar salta por encima de las rocas y acaba con las paredes que retaron de forma imprudente a la ley de las tormentas y las mareas. Lo que no se atreven a solucionar las ordenanzas municipales, lo arreglan las crecidas de los ríos y la ira del mar. Tampoco entiende de escrituras el tiempo. Pasa sin dejar que nos bañemos dos veces en la misma ola.

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3 Comments

  1. colorin el 30 agosto 2010 a las 20:59

    Ha sido gozoso leerte este verano. Espero que no nos abandones en el duro invierno que nos espera,yo estaré en «esa esquina» esperando el sol de invierno que me llegará con tu palabra. No nos olvides.



  2. Ramón Rozas el 30 agosto 2010 a las 22:50

    Porque el aire fresco puede estar en los lugares más insospechados.
    Un saludo y que el otoño venga cargado de buenas cosas, después ya pediremos para el invierno

    Raro
    Se llamaba Emilio Carrère, escritor, bohemio, pero sobre todo, raro. Su nombre surge de aquel Madrid de principios de siglo donde se mezclaban las veleidades modernistas, con el populismo folletinesmo y el inefable casticismo. Sus libros, todavía más olvidados que su excéntrica figura, se recuperan lentamente asomándose a un paisaje literario cada vez más cansino. Adentrarse en estas literaturas olvidadas supone abrir una ventana de aire fresco, sorprenderse por el atrevimiento y la audacia de tantos nombres con los que la historia nunca ha sido muy favorable. Leo estos días una reedición de la editorial Salto de Página de varios de sus relatos bajo el título de ‘El diablo de los ojos verdes’. Cuentos cortos de connotaciones esotéricas y muy próximos al por aquel entonces rey del best-seller, Edgar Allan Poe. Ahora, que la literatura se llena de historias de vampiros y de insulsos terrores adolescentes, no está de más acercarse a estas narraciones de misterio y posesiones diabólicas entre conventos y lúmpenes madrileños, y todo ello escrito con un lenguaje asombroso, pletórico de registros y que sonrojaría a los exitosos nuevos escritores-en el caso de que apartasen la mirada de internet y se adentren en estos libros- que copan las listas de ventas. Emilio Carrère ya fue un raro en su tiempo, pero visto hoy, su manera de escribir alcanza excelsas cotas de rareza.
    Publicado en Diario de Pontevedra. 28/08/2010



  3. colorin el 30 agosto 2010 a las 23:59

    Ha sido una gozada leerte este verao. Espero que no nos abandones en el duro invierno que nos espera, yo estaré en «esa esquina» esperando el sol de invierno que me llegará con tu palabra.