Literatura moral

Las declaraciones de los ex mandatarios suelen caer fuera de lugar. Más que la hipocresía de los que piden a destiempo un perdón inútil o la terquedad de los que no se arrepienten de sus equivocaciones, provoca malestar el hecho de introducir la memoria en una experiencia marcada por los códigos del vértigo y el olvido. Resulta difícil habitar nuestro presente conservando un rastro de memoria. Los recuerdos nos obligan a ser lectores de la realidad, a sentirnos involucrados en un argumento ético. Y este mundo, más que un libro, parece un videojuego sin responsabilidades. Los ex presidentes son programados para estallar y desaparecer en la pantalla como burbujas o marcianitos que ya han cumplido su misión, llevándose con ellos nuestras culpas. Por eso incomodan tanto sus reapariciones. Agitan una borrada dimensión histórica que hace más difícil la disciplina contemporánea de comulgar con ruedas de molino.

Seguir leyendo en Publico.es – 5 septiembre 2010