Peores personas

Conviene pedirle a una campaña electoral que no nos haga peores personas. Casi podemos conformarnos con eso. Las fechas hirvientes, que calientan con un fuego apresurado las declaraciones y los sentimientos, suelen desatar nuestras pasiones sin ningún pudor. Hay debates que, convertidos en un espectáculo de demagogia para extremar los enfrentamientos, movilizan los rencores, los miedos y la necesidad de odiar. Un rencor bien escogido soluciona muchas dudas, facilita una lectura muy clara y cómoda del mundo, pero nos pudre poco a poco. Las obsesiones hacen que el corazón huela a cerrado.

Seguir leyendo en Publico.es – 8 mayo 2011