Levántense los acusados

El orgullo ético sirve para romper la parálisis que imponen los sentimientos de culpa y las llamadas despóticas al sacrificio. La poesía de Luis Cernuda se consolidó cuando pudo asumir las consecuencias rebeldes de su orgullo. En un poema titulado A un muchacho andaluz, perteneciente al libro Invocaciones (1934-1935), escribió: “Porque nunca he querido dioses crucificados / Tristes dioses que insultan / Esa tierra ardorosa que te hizo y deshace”. Frente a una sociedad represiva, en la que imperaban la culpa, el luto y las servidumbres del sacrificio, el poeta declaró con orgullo su homosexualidad para cantar la belleza de los cuerpos libres.

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2 Comments

  1. pedro el 14 noviembre 2011 a las 10:37

    Algunos de mis poemas Luis, camarada de la transparencia.



  2. Manuel L H el 14 noviembre 2011 a las 21:41

    Jesucristo sabemos que fue un hombre excepcional, fue un hombre crucificado pero es mucho decir que era Dios, si fue la antítesis de la represión y que sus ideas son contrarias a esa religión monoteísta que es el capitalismo, » el dinero? El único Dios verdadero , cantaba Sabina en tono burlesco. He leído antes un articulo suyo sobre antisistemas y es genial, pienso que el crucificado habría apoyado las acampadas, así opinan también los cristianos de la liberación, que son los que dan la cara en el tercer mundo y ayudan a los enfermos de sida a la vez que combaten el hambre de los necesitados y critican esa iglesia lacaya del capital. Saludos