La condena al analfabetismo

Hubo un tiempo en el que el futuro y la educación firmaron un contrato de confianza. A finales de los años cincuenta, mientras España intentaba salir de la autarquía económica, empezaron a entrar en los hogares las fotografías académicas y las orlas. Lo que había sido normal en las familias acomodadas, empezaba a extenderse también por los barrios y los pueblos. No es que hubiese una ayuda generalizada por parte del Estado, las becas no eran muy numerosas, pero los padres estaban convencidos de que cualquier sacrificio merecía la pena. Los hijos debían estudiar, aprobar el bachillerato y conquistar un título en la Universidad.
Una orla en la pared, junto al aparador del salón en el que se enseñaba una cristalería modesta y brillante, era un motivo de orgullo. Se trataba en muchas ocasiones del primer universitario en una familia de obreros o campesinos. La palabra desarrollo suponía entonces una necesidad social y un medio de propaganda política. Se pusieron en marcha tres planes de desarrollo, se abrió un Ministerio de Planificación y Desarrollo, las ciudades estaban pendientes de conseguir para su horizonte un Polo de Desarrollo… y los padres querían una orla junto al aparador. La solemnidad de los profesores amparaba los sueños juveniles y las sonrisas de los hijos. Aunque la tecnocracia de López Rodó, la cara franquista del desarrollo entre 1967 y 1973, escondía el inicio de los litorales devorados y la perpetuación clasista de los poderes tradicionales, el orgullo de los padres con un hijo universitario anunciaba ya la democracia. La movilidad social y el derecho al futuro eran dos de sus valores imprescindibles.
La cristalería de los aparadores y las orlas desaparecieron del salón con el paso de los años. No parecía necesario enseñar nada a las visitas. El bienestar económico daba por supuesto que todo el mundo tenía en su casa un juego de copas para el champán o una hija con un título. Esa normalidad se mantuvo durante un tiempo, hasta que la burbuja inmobiliaria y los modernos usos del mercado cambiaron las costumbres. Muchos jóvenes pensaron que era una estupidez cansarse en los institutos y en las universidades si podían trabajar con facilidad. ¿Respetar al profesor? ¿Creer en el conocimiento? La buena educación lo exigía, pero el mundo evidenciaba una realidad irónica. El sueldo de profesor se hacía esperar y, además, no daba para mucho.
Este problema no se produjo en los colegios de pago, en los que se formaban las élites llamadas a dirigir la sociedad. Pero los institutos públicos se despidieron del siglo XX sintiendo la competencia de los andamios, las escayolas y las motos. Uno podía abandonar los estudios, incluso sentirse orgulloso de su propio analfabetismo, con un sueldo fácil y un préstamo hipotecario.
Y de pronto llegó la crisis. Llegó de pronto, es verdad, pero se había fraguado de forma lenta y minuciosa cuando los bancos y los grandes especuladores empezaron a preparar un avariento Plan de Subdesarrollo para España. Porque eso es lo que se ha puesto en marcha en los últimos tiempos. Los Laureanos López Rodós de hoy, han ideado el plan de subdesarrollo que los especuladores necesitan para seguir ganando dinero. Que se recorten las inversiones en educación cuando los jóvenes tienen menos posibilidades de encontrar trabajo es todo un síntoma de la negación del futuro, de nuestro avance en marcha atrás, de un camino consciente hacia el subdesarrollo. Este capitalismo es incompatible con la democracia social.
La pérdida vertiginosa de derechos y el empobrecimiento de la población tiene ahora un nuevo aliado: el descrédito de la cultura. Ese aliado le faltó al franquismo, pero está hoy a las órdenes del populismo, la demagogia y la mentira. Los que se dejaron convencer de que era más útil olvidarse de las orlas no están ya para bromas intelectuales. Han sido devueltos a la lucha por la supervivencia, al miedo, al rencor, al sálvese quien pueda. Pero no conviene renunciar a la conversación. La experiencia real acaba siendo el mayor antídoto contra las mentiras. Y de la dura experiencia que hemos vivido surgirá un respeto mutuo, una nueva ilusión y un nuevo orgullo ante los estudios de los hijos. Conviene intentarlo, por lo menos.

Luis García Montero

16 Comments

  1. Héctor el 27 febrero 2012 a las 17:13

    Toda la razón. Es inspirador lo que escribes. Ojalá más gente leyese tus artículos y poemas…
    Un fiel lector.



  2. Walcher el 27 febrero 2012 a las 18:30

    Totalmente de acuerdo con tu pensamiento. Tristemente ya no te podemos leer los domingos en Público…



  3. Remedios Nieto Lorca el 27 febrero 2012 a las 18:36

    Querido paisano: de la misma manera que me ha emocionado siempre leer tus poemarios, me ha emociona leer este artículo: formo parte de esa generación a la que aludes, y que tanto nos costó, sobre todo a nuestros padres, abrirnos camino en el mundo de la cultura y del aprendizaje. Porque no fue fácil hacer entender que los pobres también teníamos capacidad para administrar y desarrollar nuestra inteligencia. Porque no fue fácil ni para nosotros ni para nuestros mayores, padres de familias, por lo general, numerosas, y con un sólo peón por ganancia. Es por eso que ahora, después de lo pasado, no entendemos lo que está pasando. Mis felicitaciones y un saludo.



  4. JOSÉ MANUEL el 27 febrero 2012 a las 20:36

    Yo también formo parte de la generación que describes en tu artículo y que a base de becas y trabajo durante los veranos pudimos sacarnos una carrera y ahora que estamos ejerciendo una de las profesiones más bonitas (MAESTRO), estamos viendo cómo esos Laureanos López Rodós de hoy están intentando destruir todo lo que a fuerza de sangre, sudor y lágrimas nos ha costado levantar. Quieren desmantelar la EDUCACIÓN PÚBLICA porque la ven como una herramienta terrible, ya que enseñamos a nuestros alumnos a pensar, a tener criterios, a poder elegir, y claro eso no les gusta, temen que estos alumnos que estamos EDUCANDO sean capaces de enfrentarse a los que quieren destruir lo poco que nos queda, pero tengo esperanzas en que no van a conseguir, a pesar de habernos atacado en dos pilares fundamentales (LA LIBERTAD___Cierre de Püblico, y LA JUSTICIA____Garzón). Ánimo y sigue defendiendo desde tu palabra los principios por los que tantos seguimos luchando.



  5. Isabela el 27 febrero 2012 a las 21:43

    totalmente de acuerdo….y tristemente…que esta visión de nuestra realidad actual no la siento muy optimista…pero hay que seguir intentando cambiar…lo que podamos; mis felicitaciones y saludos



  6. Mª José Salvador el 27 febrero 2012 a las 22:18

    Querido Luis,me has arrancado unas lágrimas ,con la lectura de tu artículo,al proyectarme la imagen de mis padres ( sobre todo la de mi madre fallecida hace un año) exhibiendo con orgullo los títulos de sus hijos a las visitas. Padres obreros,, él metalúrgico , ella modista , mi hermano trabajando y estudiando , financiando a su vez mis estudios. Realmente,¡ era para sentirse orgullosos! El esfuerzo recompensado! El mensaje en el aire siempre fue que la formación y la educación nos haría libres, dueños de nosotros mismos, escapando así de la vulnerabilidad de las gentes humildes.
    Hoy, gracias a ese título y algún otro, formo parte del entramado de esta institución tan desacreditada llamada ESCUELA PÚBLICA. Me gusta pensar que mi aportación también servirá para que otros padres sientan la recompensa de ver a sus hijos como hombres y mujeres de bien, librepensadores, críticos en una sociedad democrática de verdad.
    Un abrazo.



  7. Isabel Alameda el 28 febrero 2012 a las 00:09

    Gracias Luis por tus artículos. De estudiante disfrute tus clases como ninguna,y ahora de adulta,con hijos,veo en tus palabras la esperanza a la que me aferro para que en un futuro ya no muy lejano pueda exhibir con orgullo las orlas de mis hijos.
    Y que ellos lleguen a obtenerlas convencidos de que ese era el mejor camino para llegar a ser unos buenos profesionales y mejores personas.
    Gracias por plasmar en palabras mis anhelos.



  8. Emilio Díaz el 28 febrero 2012 a las 00:38

    Tienes razón palabra a palabra, pero en el fondo esta sociedad casi se lo tenia merecido, por prepotente, por los nuevos ricos, por los que untando con dinero lo conseguían todo. A ver si esta sociedad aprende algo de todo esto.
    Saludos
    Emilio Díaz



  9. Josefina el 28 febrero 2012 a las 01:22

    Yo también pertenezco generacionalmente al perfil que describes. Becaria del PIO y primera universitaria en una familia campesina y represaliada del franquismo. Mi reflexión tal vez se encamina sobre la pérdida de identidad de muchos de los que pertenecemos a esa generación de españoles. El proceso de aculturación y desmemoria nos llevó a mimetizar una forma de vivir que nos era ajena, a alejarnos de valores y claves culturales propias que nos armaban de pertenencia de clase, la cultura campesina, y definitivamente a abrazar y engrosar lo que se ha llamado nueva clase media a costa de no saber quiénes somos y a quién nos debemos.
    Tal vez eso también fue diseñado por los que llevaron a cabo los Planes de desarrollo.
    Recuperar la memoria y empoderar nuestros orígenes es tarea más que necesaria.



  10. Daniel Pérez el 28 febrero 2012 a las 02:01

    Veo una pequeña fisura en este razonamiento (que me parece bueno)… que ya no es tan rentable estudiar. Los que hemos estudiado una carrera cada vez vemos que nos han proletizado en sueldos y recursos. Se ha perdido una buena motivación a estudiar, es una pena. Solo los que nos gusta el mundo del conocimiento seguimos empeñados en no parar de aprender, pero creo que cada vez hay menos…



  11. Estrella el 28 febrero 2012 a las 20:45

    Fui alumna tuya , gracias a una beca y al esfuerzo de mi padre, mecánico de profesión , que pensaba que su hija, debía tener la formación que a él, hijo de la posguerra, le negaron , no se cansó de repetirme que la cultura era la única que podía salvarme del engaño ,tampoco se cansó de ensuciarse las manos y sacrificarse para que yo tuviese esa orla en mi habitación.Pero enseñándome que hay que sacrificarse , no se donde están esos valores en las nuevas generaciones .



  12. AURORA GÁMEZ ENRÍQUEZ el 28 febrero 2012 a las 22:17

    Enhorabuena por tu artículo, muy oportuno resaltar la educación pública como valor en estos tiempos de crisis. No debemos permitir dar pasos atrás en derechos sociales. Hay que seguir apostando por una educación pública de calidad. Un saludo, Aurora



  13. María el 29 febrero 2012 a las 01:12

    Gracias Luís, mil gracias por tu luz. La brillantez de tu análisis hace, si cabe, más dura esa realidad que describes, pero también más certera la crítica y, sobre todo, la necesidad de posicionarse, de revelarse, de indignarse. Enhorabuena.



  14. Carmenlou el 29 febrero 2012 a las 01:47

    Parece que esta vez ha clavado la diana con su artículo. No hay más que leer los comentarios anteriores. Somos muchas las personas que nos sentimos retratadas en ese perfil de hijos de la clase obrera que, gracias al empeño de nuestros padres, aprendimos a valorar la cultura como el bien más preciado para conquistar la libertad y la dignidad que nos serían imprescindibles en un futuro incierto…lamentablemente, nuestros hijos, que han disfrutado de una infancia en cierto modo privilegiada, se ven ahora abocados a batirse con un futuro igual de incierto.
    Hace unos años, escribiendo el prólogo para una guía didáctica, recordé que había plantado una mimosa con ocasión del nacimiento de mi hijo. Quería verlos crecer juntos. Sus flores doradas representan la continuidad y la iluminación. Su eterna sabiduría nos recuerda que los ciclos del tiempo se repiten.
    Se diría que el inconsciente nos guía, incluso cuando parece que caminamos a ciegas. Eso precisamente quería yo para mi hijo: La plenitud, la difícil pero vivificante armonía entre lo apolíneo y lo dionisíaco, entre la razón y el sentimiento; la sensibilidad para la caricia y el dolor del otro; y sobre todo, la capacidad para florecer e irradiar calor hasta en las condiciones más adversas.
    Eso deseo para mi hijo y mi hija… y para todos los jóvenes con quienes tengo el privilegio de compartir unos preciosos retazos de tiempo: iluminación y sabiduría. Con los tiempos que corren las van a necesitar más que nunca.
    De nuevo, y como siempre, gracias.



  15. Isabel el 3 marzo 2012 a las 00:56

    Estimado Luís. Una vez más gracias por su sabiduría y por su humanidad.



  16. Margarita el 24 mayo 2012 a las 15:11

    ¿La Historia se repite?. En tu libro «Mañana no será lo que Dios quiera», leido en nuestro «Taller de lectura de la UMH» de Elche, dices, parafraseando a Heráclito. «Todo cambia, nada permanece, menos la Historia y la morcilla de mi pueblo. Se hacen las dos con sangre y se repiten. Si se repiten no creo que sea del mismo modo. De todas formas, tú libro es genial. El poeta Ángel González te debe mucho, porque a través de ti hemos amado su poesía.