Tiempo de sequía

Un mar sin agua es el sueño de las ratas. No resulta difícil intuir la imaginación hirviente de estos animales acostumbrados a los sótanos. Aspiran a poseer el mar como un reino propicio. El agua marina les impide olfatear el fondo de los océanos, los restos de mil naufragios, la carne y la raspa de los peces, los helechos, los tesoros, el cadáver de los ahogados. Ese es el sueño. Cuánta superficie libre y sin normas al servicio de las ratas si el agua llega a evaporarse, como se están evaporando la democracia, las constituciones, los derechos cívicos y el respeto a las personas.
En tiempos de sequía extrema, la comunidad se deshace igual que cualquier ecosistema. La evaporación actúa como un desequilibrio, como una barbarie, sin la reparación minuciosa de la lluvia. “Bruscamente la tarde se ha aclarado / porque ya cae la lluvia minuciosa”, escribió Borges. La buena lluvia es minuciosa, llega a cualquier sitio, lo humedece todo. Son muchas gotas las que se reparten sobre la piel de una ciudad. Fragmentar el agua es bueno si cada gota sirve para conformar la lluvia, su minuciosa voluntad colectiva. Una gota por separado es un grifo que se desangra, un aliado de la sequía.
Confieso que me descompone la palabra emprendedor. No la resisto bien. Por mi reacción antipática cada vez que la pronuncia un optimista de los nuevos tiempos, pudiera entenderse que soy enemigo de las energías y el talento de los individuos. No es verdad, creo en el talento y en la energía. Leo Messi no juega el balón lo mismo que fulanito de tal, y un central correoso, con su insistencia, su dedicación, su disciplinada energía, es mucho más útil para un equipo que el cínico o el apático dispuesto a renunciar a la media hora de partido. La poesía enseña a ser partidario de la soledad consciente, el hallazgo personal, el adjetivo preciso, la singularidad. Pero también enseña la importancia del diálogo con el lector. La lectura es un juego de equipo. Si detesto lo que encierra la palabra emprendedor, es porque en tiempos de sequía parece utilizada para negar las palabras equipo y diálogo.
La economía actual afirma que el mundo es de los emprendedores y separa al individuo de la comunidad, es decir, al genio o al jugador correoso de sus equipos y sus diálogos. Una evaporación sin lluvia es el sueño de las ratas. De ahí que haya un esfuerzo seco por desacreditar las soluciones colectivas, los derechos, las defensas y las ilusiones compartidas. De ahí que se halague la iniciativa privada, el carácter emprendedor de los individuos separados de su capacidad de confiar en algo más que en sus propias fuerzas. Y una fuerza individual, en el mejor de los casos, sirve para dar testimonio ético de los valores justos de una comunidad, pero no para oponerse a las mafias poderosas que quieren asaltar los valores de esa comunidad.
Las tensiones entre el yo y el sistema fueron la clave de la crisis romántica, el eje de su literatura. La última gran encarnación de este argumento nos la ofrece el cine americano cuando un detective privado o un policía que no quiere renunciar a su honradez se enfrentan a la corrupción de sus jefes, de los alcaldes y los representantes del Estado. La insistencia de la terca rebeldía individual resulta imprescindible cuando está articulada con los valores sociales de la justicia, cuando sirve a la verdad y a la reparación. Desarticulado de la sociedad, olvidado de los vínculos, el lobo estepario es el mejor argumento de los cínicos que pretenden negar la convivencia.
Así funciona hoy la palabra emprendedor. No es raro que aparezca una y otra vez en la boca de los padres de la patria para coincidir con el desprestigio de las organizaciones sociales. En un lado de la balanza, el ataque a los sindicatos, a los partidos políticos, a los servicios públicos y a los derechos cívicos; en el otro lado, la magia individual del emprendedor, la nueva versión económica del lobo estepario.
El lobo estepario corre el peligro de convertirse en la rata que sueña con la desaparición del agua marina. Los verdaderos lobos románticos trabajan hoy para defender palabras como organización y comunidad. Esa es su soledad, su rebeldía, ante las ratas que sólo piensan en aprovecharse durante unos años de los fangos de un mar sin agua. Convierten la vida, con sus naufragios y sus ruinas, en un vertedero. Y no es lo mismo un naufragio que un vertedero. Y no es lo mismo un cambio de tiempo que un vertedero. No es lo mismo.
Tarea de resistencia: que los lobos esteparios se miren al espejo y no se vean convertidos en ratas emprendedoras.  
 

5 Comments

  1. Alonso Alarcón Atienza el 19 marzo 2012 a las 13:22

    Enhorabuena por la feliz asociación de ideas y su vigor. Consigue remover la conciencia. Desgraciadamente, lobos esteparios surgirán, pero son nihilistas y voraces hasta la autoaniquilación: la evocación de Harry Haller es inquietante. Cabe esperar que alguno de ellos sea soldado y no depredador; el furor en la defensa del territorio de la manada.
    Cada uno tenemos uno dentro, pero no debemos permitir que se diluya en el virus inoculado del desánimo, el miedo o el escepticismo. Para ello, tanto instituciones, partidos, sindicatos deben limpiar su imagen y reconvocar a quienes le otorgan su sentido y su existencia. Las intoxicaciones interesadas han gozado, desgraciadamente, de sólidos argumentos de hecho.



  2. Alonso Alarcón Atienza el 19 marzo 2012 a las 18:49

    Me gustaría, Luís, saber qué opinión te merece este socialista francés, Arnaud Montebourg.. Voy a compartir en tu muro un artículo en el que se recogen algunas declaraciones suyas hechas en una entrevista reciente. Saludos, y agradecido por tu atención. (Lo ves estepario a este tipo tan ingenioso y «deslenguado»? Estepario desde luego, lo parece; otra cosa es que sea una rata disfrazada de lobo.. uno que ya no se fía..)



  3. Antonio Carollo el 19 marzo 2012 a las 18:49

    I partiti oggi non appaiono in grado di assumersi vere responsabilità per guidare le comunità verso un cambiamento di effettivo progresso materiale e morale. Sono lo specchio di un disfacimento che copre con la corruzione ogni spazio di recupero. C’è in atto una rivolta delle coscienze. In Italia siamo al governo tecnico, cioè ripulito delle scorie dei partiti. Si intravede la possibilità di andare oltre questi partiti incapaci e impaniati in traffici che non hanno niente a che fare col bene comune.



  4. Manuel Rodríguez Alcázar el 20 marzo 2012 a las 10:03

    Demoledor, bellamente.



  5. Juan Carlos Ruesca Hernández el 21 marzo 2012 a las 19:47

    El individualismo como autodestrucción. Enviar mensajes desacreditando lo colectivo no sería mayor problema si el receptor lo omitiera. Lo malo es que los asumen hasta las personas que van a salir perjudicadas. Muchos de los damnificados, por la situación actual, miran hacia abajo buscando culpables. Criminalizando al que está igual o peor que ellos. En vez de apoyarse en el colectivo siguen el juego de los verdugos. El colmo del absurdo.