Yo no tengo la culpa

El barco empezó a hacer agua. Debido a sus dimensiones poco marineras, no fue posible manejarlo. La desesperación se extendió por la cubierta y los camarotes. Había mucha gente. El armador había hecho una gran campaña de publicidad en los periódicos más importantes, pero no se había preocupado de calcular el número de botes salvavidas. La voz de capitán pudo oírse en medio del griterío. Yo no tengo la culpa, dijo. El armador tampoco se sintió responsable del naufragio al leer los periódicos de la mañana siguiente. Yo no tengo la culpa, mala suerte, se repitió.

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2 Comments

  1. Carmenlou el 2 agosto 2012 a las 23:53

    Durísimo: tristemente, cierto.



  2. carmenlou el 4 agosto 2012 a las 11:32

    Y qué hay de la vigencia de algunas ideas de Machado…»En España- no lo olvidemos- la acción política de tendencia progresiva suele ser débil, porque carece de originalidad; es puro mimetismo que no pasa de simple excitante de la reacción. Se diría que sólo el resorte reaccionario funciona en nuestra máquina social con alguna precisión y energía. Los políticos que pretenden gobernar hacia el porvenir deben tener en cuenta la reacción de fondo que sigue en España a todo avance de superficie. Nuestros políticos llamados de izquierda, un tanto frívolos- digamos de pasada-, rara vez calculan, cuando disparan sus fusiles de retórica futurista, el retroceso de las culatas, que suele ser, aunque parezca extraño, más violento que el tiro».