La servidumbre no se acepta

La crisis está disparando a la multitud. No pasa un día sin que nos encontremos con un amigo que se ha quedado en paro o que ha tenido que cerrar su negocio. No pasa una conversación sin que afloren los problemas de un hijo, un enfermo o un jubilado. La gente vive de forma inmediata su problema o su incertidumbre individual, pero tarda en tomar conciencia de la degradación colectiva de la sociedad. Asistimos a un desgarrón histórico grave, un giro de rumbo en el que derechos decisivos están siendo desmantelados.

Seguir leyendo en Publico.es – 10 enero 2013

2 Comments

  1. carmenlou el 11 enero 2013 a las 21:02

    «Cada 20 poemas de amor tenemos derecho a hacer una canción desesperada, pero hoy tampoco importa mucho si hacemos 1 poema de amor después de 20 canciones desesperadas».
    Este comentario de “luisdr”, en Público, sintetiza claramente lo que muchas personas pensamos al respecto de “la mancha” que recae sobre el intelectual que se moja, aunque sea embarrándose en este lago cenagoso del diario sinvivir.

    Aunque sé que no va a coincidir, especialmente en lo que respecta a la militancia en partidos, me parece que viene al caso este comentario de Roberto Toscano en “La derrota mundial de la izquierda”, Claves, nº 216
    (… Al mismo tiempo, la izquierda debería reanudar su lucha cultural. Por supuesto, ya sabemos lo que ha producido el arte politizado (¡El realismo socialista!), así que de ninguna forma deberíamos mostrarnos nostálgicos del arte pedagógico, de un arte que es un mero instrumento de la política. Sin embargo, nuestros adversarios saben muy bien que la cultura es importante desde el punto de vista político. ¿Por qué nosotros no? Shakespeare e político. Dante es político…y el cine es político. La televisión es política.
    Juguemos nuestras bazas con más valentía, con menos vacilaciones. A pesar de la histórica derrota, muchos intelectuales hoy en día siguen estando del lado de la izquierda. No de un partido (la política de partidos ha quedado bastante maltrecha por culpa de las malas experiencias, tanto en Europa como en EEUU), sino de una tendencia moral y política claramente definida. Sí, moral, porque la batalla de la izquierda solo puede ser ética, dado que el núcleo más profundo de ser progresista consiste en reconocer al Otro (y preocuparse por él), a quien es más débil, a quien es diferente. La solidaridad es el núcleo de ser progresista. ¿Por qué no hacemos de ello, más explícitamente, una parte de nuestra condición de intelectuales, de nuestra producción intelectual?…)
    Creo que aunque se disienta de alguno de sus argumentos, el artículo completo merece una pensada.
    Salud , constancia y coherencia, sin ellas sería difícil resistir.



  2. Luis García Montero el 11 enero 2013 a las 21:32

    Gracias, Carmenlou