Unas Cortes Constituyentes

El espectáculo cotidiano de la política institucional es tan horroroso que no hace falta dar muchas explicaciones sobre la gravedad de la situación. Mirar a la realidad de España es parecerse al médico que llega a un accidente múltiple con vehículos destrozados, cadáveres, víctimas en coma, heridos graves y gente desesperada. Estamos a unos milímetros de convertirnos en una monarquía bananera, sin crédito nacional o internacional. Una corrupción impune, propia de un país subdesarrollado, conduce de forma inevitable al subdesarrollo. Lo que el Partido Popular llama estabilidad del Gobierno no es más que la separación tajante entre la política y la indignación de la calle. Esa separación se encarna en un intento desvergonzado de no asumir responsabilidades. Las cosas de Palacio están por encima de las leyes, las investigaciones policiales y el clamor de las noticias. Me voy de veraneo, dice el tirano, y me fumo un puro mientras ustedes se pudren.

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2 Comments

  1. Binah el 18 julio 2013 a las 12:14

    Ciertamente, estamos instalados en la dictadura del atado y bien atado, de la transacción de unas costumbres que bien se han cuidado de conservar los que del régimen del genocida habían disfrutado, para después continuar, como si nada hubiese pasado, otorgándose el carácter de demócratas de toda la vida, porque parte de la población les habían votado.
    Y si esa parte de la población eligió a facinerosos porque desconocían sus costumbres, ahora ya las conocen y no tienen escusas para saber de qué lado ponerse.
    Esta democracia a la española es lo que tiene; ahora se puede elegir ser enemigo del facineroso o su cómplice.



  2. Luis García Montero el 18 julio 2013 a las 13:32

    Así es. Hay causa superficiales y, sobre todo, profundas que convierten a este momento en un tiempo de decisiones fundamentales. Personales y colectivas.