El adiós es un saludo – EL PAIS

Juan Gelman solía advertir que él era el único argentino de su familia. Explicaba así el desarraigo, la experiencia frágil que sostiene la identidad de cualquier decir. Hijo de una familia de judíos ucranios, la historia de su país lo convirtió también en un exiliado. Por eso entendió la pertenencia como un acto de desarraigo. Claro que la soledad fue para él, en compensación humana y literaria, un acto de amor. Todo estaba dicho con los largos silencios de Juan.

Seguir leyendo en EL PAIS – 16 enero 2014