La corrupción en la nuca – Publico.es

Nos pisa los talones. Nos persigue como una obsesión, como un enemigo chantajista. No se olvida de nuestros desayunos en el bar, de una comida ante el televisor, de la radio en la cocina mientras preparamos la cena. Fraude fiscal, dinero negro, comisiones, sobresueldos, cuentas en suiza, concesiones amañadas de obras públicas… Y luego las propiedades, y luego el yo no sabía nada, aquí el ático de lujo de mi mujer, allí un coche que es mío o de mi marido (aunque desconozco su origen), más allá unos correos electrónicos, unas gestiones bancarias, un puesto en un consejo de administración, unas noches de hotel, o unos trajes, o una excursión al Caribe, o un bolso, o un reloj que marca las horas por cuenta ajena. Y después la mentira, el descaro, la falta de vergüenza para negociar con el silencio y el engaño.

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1 Comment

  1. Ana García el 20 febrero 2014 a las 22:13

    Después de leer el artículo, la sensación que me queda es que la ambición no tiene límite en algunas personas. Y da miedo pensar de lo que son capaces algunas personas por poseer bienes, y disfrutar a costa de lo que sea.
    Un día viendo en un reportaje de televisión como gente rica se vaciaban por la cabeza botellas de champán por valor de mil euros, mis sentimientos eran de vergüenza ajena y de asco….

    Un saludo.