Querido Armando

España soportaba la piel amarillenta de los enfermos como si estuviese iluminada por una bombilla pobre. Sí, contar España era hablar de niños descalzos a la entrada de los pueblos, de caminos de herradura, plazas sucias, fondas descuidadas y tabernas con vino peleón. Era hablar del miedo a la Guardia Civil y de recuerdos callados bajo una atmósfera sin higiene, como los retretes y los suburbios.

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