ELOGIO DEL MILITANTE
El pensamiento que intenta responder a los momentos de crisis, ya sea afirmativo o negativo, debe ser vigilante de sus propios límites. Acomodarse en el sí o en el no es un peligro a la hora de reconocer el estado de la realidad. Por eso uno siente con frecuencia el deseo de matizar, incluso la necesidad de desdecirse o de establecer una dinámica del sí, pero no y del no, pero sí.
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Aún entendiendo y respetando la necesidad de la militancia organizada, en aras de “un bien mayor para un mayor número”, me gustaría aportar algunas de las razones que sustentan la opción por la no militancia “organizada” en partidos o sindicatos de algunas personas, entre las que me cuento.
Creo que para movilizarse “por la paz, por la cultura libre, por los derechos humanos, por los derechos civiles, por las exigencias ecológicas, por el socialismo…” no es imprescindible militar (fíjese que la palabra ya es en sí lo bastante fea y sus connotaciones “cuartelarias” producen repelús en aquellas personas que como usted dice creen que “acomodarse en el sí o en el no es un peligro a la hora de reconocer el estado de la realidad. Por eso sienten con frecuencia el deseo de matizar, incluso la necesidad de desdecirse o de establecer una dinámica del sí, pero no y del no, pero sí”.)
Lo cierto es que no es preciso rebuscar demasiado porque en sus propias palabras ya están algunas de las mejores razones:
“…docilidad, gregarismo sectario, renuncia a la propia conciencia, disciplina a la hora de obedecer para no quedarse fuera de la fotografía, selecciones inversas en los aparatos y consignas inseparables de una repetición ordenada de la mentira”.
“Es muy difícil también, por ejemplo, que un juez o un periodista- o cualquier persona de bien- con voluntad de independencia, respeten una situación basada en el corporativismo de los servicios prestados al poder”.
Una vez que se ha probado el pensamiento crítico, con su corolario de “autocrítica”, es muy difícil acomodarse a consignas y maniqueísmos del signo que sea, porque sería como renunciar a la propia inteligencia en aras de la satisfacción que produce el pensamiento compartido. El apoyo mutuo no puede apoyarse en la renuncia a la razón.
Por cierto, el hecho de que no militemos, no impide que apoyemos huelgas en nuestro centro de trabajo o que nos manifestemos de las más variadas maneras…ni somos más irresponsables, líquidos o gaseosos que muchas de las personas que militan “también” por las más variadas razones (algunas de ellas muy respetables).
En mi caso hay una razón más, de índole personal que tiene que ver con la reivindicación de mi abuelo y mi abuela, ambos de la CNT, él fusilado en el 38, ella torturada y vilipendiada por su militancia. Parafraseando aquello de “Dios mío, que solos se quedan los muertos” yo le diría “Dios mío, que solos se quedan los pobres”, incluso los militantes pobres…A la hora de las grandes verdades, las grandes violencias y las grandes miserias suele ser cierto que “ La necesidad de flotar suele ser más imperiosa que la de nadar hacia una orilla”.
Agradezco tu comentario, Carmenlou
Salud