Una capital grotesca

Nuestro tiempo: la audacia debe ser prudente y la prudencia debe ser audaz.

El poeta Charles Baudelaire se despachó bien con Bélgica. La vida de Bruselas le invitó a trazar un dibujo literario de todos los males del mundo. Bastan los títulos barajados en su proyecto de libro para explicar el ánimo con el que vivió en la ciudad que hoy es capital política de Europa: la Bélgica grotesca, Bélgica al desnudo, una capital de risa, una capital de simios, una capital de monos imitadores…

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