El oído democrático
En política es más importante aprender a escuchar que saber hablar.
Las épocas de crisis invitan más a hablar que a escuchar. La boca necesita dar cauce a la indignación y, sobre todo, decir aquí estoy como respuesta a la invisibilidad y al desamparo. Resulta necesario llenar de palabras el vacío íntimo que provocan el miedo, la inestabilidad y la injusticia.
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Leyendo uno esta entrada encuentra la sabiduría de lo obvio que muy pocas mentes lúcidas perciben y menos aún saben transmitir. El texto corre fluido de principio a fin, como si la reflexión, de pura inmediatez, no fuera profunda. Y los que además de lectores somos humildes escribidores recibimos doble ración de ambrosía por el módico precio de abrir el ordenador y buscar durante unos segundos las linternas.
Muchas gracias, Luis, por estos regalos donde entreveras filosofía y literatura como pocos, cuando la agitación del sprint electoral te disculparía la pereza. Aunque también es cierto ese proverbio: «Quien es generoso con los demás lo es consigo mismo».