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  1. Abelardo Martínez el 18 octubre 2015 a las 13:34

    Estimado Luis, hacía tiempo que no participaba en este, tu sitio, pero lo celebro doblemente, primero por saberte lejos de la política, me refiero de la de escaño, micrófono y acta de diputado, pues bastantes puñaladas, especialmente de fuego amigo da la literatura, como para tener que zafarse además de las estocadas traperas de la política, que éstas si que son traicioneras y viles.

    Segundo, por verte centrado de nuevo en tus quehaceres literarios y periodísticos, con más fuerza que nunca, pues la cabra siempre tira al monte y en este caso bendito sea.

    Yo también recuerdo el barrio San Marcelino, en Valencia, lugar donde cientos de familias andaluzas, castellano manchegas y extremeñas, llegaron como la mía a principios de los sesenta. Calles sin asfaltar, donde raramente circulaba algún biscúter, gogomóvil ó Guzzi Hispania y que eran improvisados campos de fútbol de la muchadada, salvo cuando llovía que entonces era un barrizal imposible de transitar.

    También recuerdo el periodismo deportivo de antaño, culto y educado y al que haces referencia en la actualidad, de gentes malsonantes, malhabladas, viriles en el tono y la chabacanería, donde un sector que vive sus peores momentos, me refiero al periodismo en general, exige a sus curritos unas formas y maneras más cercanas al bullicio macarril de unos sórdidos billares de finales de los setenta, que a un programa de gentes civilizadas. Si los hinchas, que en su mayoría quizás no tengan carreras universitarias, ven esto dentro de un plató, qué no harán en un campo de fútbol parapetados tras una bufanda ó gorra, con cuatro cubatas ó dos litronas en su interior.

    Yo fuí negro de joven; escribí por encargo para gentes a las que jamás traicioné ni desvelé en temática ni identidad, antes de empezar a publicar con mi verdadero nombre. Escribí una novela, como todo poeta que se precie, la cual en virtud a la suerte del principiante, fue tristemente finalista de uno de los cinco premios más dotados en España, digo tristemente, porque los veinticuatro mil euros del premio, fueron íntegramente para un afamado escritor madrileño. El finalista, vendió doscientos ejemplares de su novela, con una editorial del tres al cuarto que finamente dejó de publicarme.

    Mi hija, que acabó periodismo hace tres años, quedó en el paro tras cobrar quinientos euros al mes en una empresa periodística valenciana, ahora trabaja como yo desde casa, ella como negra, es decir, escritora por encargo y su padre como creativo publicitario, que dicho sea de paso, es más provechoso que escribir para uno ó para otros, pero bueno, Marta, que escribe como los ángeles, se saca un buen jornal al mes. después de pagarse los autónomos y a Hacienda. Para que luego no digan que los genes se heredan.

    Quiero además apostillar aquí algo, la fiebre enfermiza de las cadenas televisivas por los programas de cocina; quiero criticar abiertamente a estos cocineros de postín, que hacen de todo menos cocinar; que son grandes empresarios enfundados en un chaquetón blanco y un gorro de cocinero; que se pasean por la vida dando clases magistrales, conferencias y cátedras, como si fueran nóbeles literarios, cantantes de éxito ó estrellas de Gran Hermano ó Sávame. Luego intentas acceder a uno de estos templos de la sabiduría culinaria y tienes que aflojar doscientos euros por barba, para probar unos manjares que han cocinado unos aventajados alumnos de hostelería, en prácticas en estos restaurantes michelines en los cuales, por cierto, no cocina nunca el divo de la televisión.

    Finalmente quiero hablar también del famoso vídeo del PP, al que haces referencia; mira te voy a dar una exclusiva; la citada cinta, concursa este año en el sección especial del Festival Internacional de cine de terror de Sitges, teniendo verdaderas posibilidades de alzarse con el galardón… Si no al tiempo, llegará el día que veamos a Rajoy paseándose por la alfombra roja de los principales festivales de cine internacionales, optando al premio al mejor actor, donde sin duda es un maestro.

    Un abrazo Luis.



    • Luis el 18 octubre 2015 a las 17:39

      Un abrazo, Abelardo. Recuerdos y preocupaciones que compartimos.
      Gracias