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  1. Abelardo Martínez el 13 noviembre 2015 a las 11:02

    Querido Luis, antes de nada, felicitarte por las jornadas en Tenerife junto a mi admirado Miguel Ríos, un personaje que si no hubiera nacido, habría que inventarlo. Granaíno como mis padres y como tu.

    Aunque sea a toro pasado, quiero comentar tu artículo titulado «Poeta en Granada», el cual no había leído hasta esta mañana.

    Creo que lo comenté una vez, pero me hace tanta ilusión volverlo a hacer. Fue hace cuatro o cinco años, después de presentar una novela mía en el Ayuntamiento de Linares, ciudad natal mía por accidente, pues mis padres, Luis de Caparacena y Carmela de Pinos Puente, que en paz descansen, estaban trabajando temporalmente en la estación de Linares-Baeza. Yo nací en el hospital de los Marqueses, donde murió Manolete por cierto.

    Al día siguiente, guisé en Puente del Obispo (Jaén) una paella para mis familiares que viven en aquella pedanía de Baeza. Al ir a comprar los avíos a la tienda de mi buena amiga Cati, observo como ésta estaba hablando con una señora, rubia, de ojos azules, setentona, guapa y con una mirada muy especial. Observé como Cati y esta señora me miraban y le oí decir: «Ese es Abelardo, su sobrino». Una mujer muy cariñosa y humilde, que hoy día me trata como a un hijo.

    Sabía que mi padre tenía una prima en la provincia de Jaén, mi madre alguna vez me comentó eso, pero ni sabía su nombre ni apellidos, pues mi padre nunca tuvo gran roce con su familia aunque me consta que ellos si le querían mucho. Cuando le di un beso, mi tía se presentó…»Hola Abelardo, hijo mío, desde que eras niño no te he vuelto a ver. Bueno… me llamo Mari Carmen Lorca, me imagino que tu padre y tu madre te hablarían de mí…»

    Le pregunté si el apellido era por quien me imaginaba y me contestó que claro, por la parte de Vicenta, la madre de Federico; algo así me contó.

    Para mí fue como un premio de lotería, caído del cielo, pues para un poeta no puede haber algo más bonito que tener familiares comunes con Federico. Yo recuerdo el libro de Gibson, que mi madre lo trajo a casa hace muchos años, donde publicaba la lista de los represaliados y condenados a muerte en la provincia de Granada, donde venía el nombre de mi abuelo materno, Manuel García Fernández, presidente de la casa del pueblo de Pinos Puente, al cual se le conmutó la pena y puesto en libertad al cabo del tiempo.

    Querido Luis, lo bueno del caso, es que mi primo, Israel, hijo de mi tía Mari Carmen, que viven muy humildemente en Puente del Obispo, tiene varios libros publicados de poesía, es cantautor además y es la misma imagen del poeta, con un parecido asombroso.

    Ahora somos inseparables, nos vemos varias veces al año cada vez que puedo visitarlos en Puente del Obispo; ella ama de llaves de la iglesia del pueblo, donde por cierto cuelga un óleo de mi autoría en una de las paredes de la misma. Una gente maravillosa, que me habla de mi padre, de su querida Granada, pero que jamás hablamos de Federico, pues ciertas heridas nunca cicatrizan y duelen cada vez que se tocan, aun hay ciertos tabúes y miedos que nunca desaparecen por completo.

    El destino nos juntó de nuevo y siempre, siempre la poesía está por medio; aun sin conocernos y hablo de mi primo Israel, todos la llevamos en los genes. Ese día gané una familia, mi familia por cierto y ese día aprendí a respetar y admirar aun más a Federico.

    Un abrazo como siempre amigo.



    • lgmontero1958 el 15 noviembre 2015 a las 18:25

      Gracias, Abelardo, hermosos recuerdos. La poesía siempre está por medio.
      Luis