Vargas Llosa y el impudor

La sexualidad del neoliberalismo busca la mercantilización de los cuerpos o la violación.

El escritor Mario Vargas Llosa tiene como una de sus prioridades la meditación sobre la libertad. No creo que carezca de sentido que su última novela, Cinco esquinas (Alfaguara, 2016), aborde esta reflexión desde una perspectiva sexualizada. La historia empieza con la sorpresa erótica de dos amigas que descubren su deseo en una noche cómplice.

 

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3 Comments

  1. Concha Valverde el 3 abril 2016 a las 15:46

    Es triste que un escritor que supuso tanto, acabe condenado a ser portada de Hola. ¿Por qué los hombres no asumen la tanscendencia del tiempo?



    • Concha Valverde el 3 abril 2016 a las 15:48

      Es triste que un escritor que supuso tanto, acabe condenado a ser portada de Hola. ¿Por qué algunos hombres no asumen la tanscendencia del tiempo?



  2. Jose Cancio el 5 abril 2016 a las 22:56

    Aunque al impudor se le asignó un buen día el color verde, en este caso se utiliza en el tono del amarillismo más ramplón para impresionar a los sedientos de morbo. Más bien a las sedientas, que cotillearán inmediatamente con sus amigas el escándalo que les ha producido la aventura erótica de dos mujeres.
    A estas alturas, el gran Vargas no debería incurrir en semejantes estrategias, propias del novelista que incapaz de despertar interés se ve obligado a recurrir al sensacionalismo del sexo espectacular, las torturas que se convierten en pesadillas nocturnas y las muertes de diseño que desazonan a las pobres almas durante una temporada.
    Desde que Georgie Dann encontró el yacimiento inmenso de la canción del verano, somos muchos los que formamos la resistencia.