La política no sólo la hacen los políticos
Necesitamos una poética de la ciudadanía.
Esta semana he participado en un homenaje a Blas de Otero que organizó la Cátedra Emilio Alarcos de la Universidad de Oviedo. En el 2016 se cumplen 100 años del nacimiento de un poeta clave en la historia española contemporánea. Bajo la atmósfera religiosa de la victoria franquista, quiso preguntarle a Dios. La muerte, la violencia, la guerra, la injusticia, la falta de piedad y los destinos desamparados son preguntas inevitables para una conciencia religiosa. Blas de Otero no sentía el catolicismo bajo palio de la oficialidad clerical. Su interrogatorio a Dios tenía mucho más que ver con el amor y el dolor. Por eso se hizo un ángel fieramente humano y por eso tiró la vida convencional como un anillo al agua, vio el rostro puro y terrible de su patria y se quedó con la palabra.
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Aprovecho la ocasión de haber podido charlar unos minutos con L. G. M. en la Alberti esta tarde para agradecerle su cordialidad y buena educación, cualidades que otros escritores de su talla, e incluso menor, encuentran desechables. Debe ser que lo políticamente correcto considera anacrónicas las buenas maneras, más propias de la derechona hipócrita. Una pena, en fin, que esta confusión haya prosperado en nuestra sociedad, ávida de reivindicaciones no siempre comprensibles
Su intervención para darnos a conocer al premiado Jesús Montiel ha resultado tan interesante como amena, aunque esa empatía de Luis yo ya la conocía.