Una gran emoción política
El poeta Abraham Gragera asumió en O Futuro (Pre-textos, 2017) un significativo reencuentro con su pasado. Sus versos se llenaron de fuerza al volver a los recuerdos a través del cuerpo, la sensualidad, las imágenes, las manos de una lavandera que le “devolvían a las cosas el orgullo de ser ciertas”. Bajo la memoria del poeta madrileño está la infancia en Extremadura, viven los sabores, el sudor, el olor de las cabras y la vid, el picón, la higuera, el horno en el que se reunían las gentes para contarse la vida.
Recordar la historia es importante, pero sin separarla de la vida, del cuerpo. Más que fechas oficiales y acontecimientos, más que los mundos virtuales del relato oficial, nos devuelve a la verdad una experiencia del cuerpo, el orgullo, el deseo, la alegría, la tristeza del cuerpo. Ninguna imagen más desoladora del momento real en el que la Gran Historia desemboca en la vida que los cuerpos desnudos y apilados de las víctimas en un campo de exterminio.
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