Me quedo en casa para morderme la lengua

Un columnista, de acuerdo con su saber y su conciencia, no da noticias, sino opiniones. Conviene recordarlo, porque vivimos una época en la que los lazos de la información y la comunicación están provocando todo tipo de confusiones. Del mismo modo que la literatura cuenta la Historia por dentro, recuerda los hechos colectivos desde un insomnio o una historia de amor particular, los columnistas asumen en los medios de comunicación la tarea de contar lo que se siente en el pulso de la vida, por encima o por debajo de las cifras y los datos, lo que se funda en el estado de ánimo de cada cual. Es una tarea modesta, pero su valor simbólico me parece alto: la libertad es una responsabilidad individual dentro de cada situación histórica.

 

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