La verdadera nación

Poco sabe de amor quien no comprende que es la debilidad la que nos une. Hablamos con toda razón de la fuerza del amor, pero se trata de una fuerza que nace de no sabernos autosuficientes, de nuestra necesidad de sentir al otro, nuestra necesidad de ser cuidados y de cuidar. Aunque pasan los años, uno no se olvida del sexo. Por la cuenta que me trae, siempre que actúen con educación y prudencia, yo soy cada vez más partidario, pese a su mala fama, de los viejos y las viejas verdes. Como decía Bergamín, cuesta toda una vida alcanzar ese grado. Está bien que brillen los ojos. Pero uno se mira en el espejo, vuelve la vista hacia atrás y comprende que, junto al deseo carnal, el amor escribe sus historias con otros recursos.

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