Lo que nos jugamos en Madrid
El orgullo de ser una alimaña. El orgullo de ser analfabeto. Empiezo esta columna con dos endecasílabos, dos versos de 11 sílabas, que en este caso están acentuadas en la tercera, la sexta y la décima. Lo digo con ánimo de molestar. Por desgracia hay muchos vecinos y vecinas que se ponen nerviosos cuando en las reflexiones se aporta la meditación propia de la cultura. Poco acostumbradas a pensar un mundo complejo, hay personas que sólo se sienten identificadas en su pureza instintiva e ideológica con los tonos del picha, coño, teta y culo. Nada más sospechoso que un intelectual.
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