Los miserables

La afición de los hijos por las mascotas tiene algunos efectos beneficiosos. Para una persona sedentaria como yo, más proclive a darle la lata a mis ideas que a mi cuerpo, el paseo de las mañanas con el perro es sin duda un ejercicio saludable. Me permite, además, conocer las realidades de primera mano y hasta conocerme a mí mismo sin ladrar. Una visión temprana de la ciudad ayuda a tomar conciencia del número de mendigos que duermen en la calle. La pobreza es tan cotidiana y está tan extendida como la luz del amanecer o la oscuridad de la noche. En cualquier recodo nos esperan un cuerpo bajo una manta sucia y una bolsa de plástico con botellas de agua, vino y restos de comida.

La columna de El País: