Precisamente por eso

La literatura, en su afán de contarnos la vida, enseña que la realidad más complicada se encarna a veces en una escena sencilla. Una situación y unas pocas palabras resumen las historias personales y colectivas. Lo pensé el otro día en un homenaje a Ángel González en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, cuando María Gil Burman contó una anécdota que me recordó la manera de ser y de estar de un poeta inolvidable.

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