El arroyo

El piloto del avión anuncia que nos acercamos a Roma, cierro el libro y me inclino sobre la ventanilla para disfrutar de los alrededores de una ciudad eterna. Siempre es hermoso aterrizar en un lugar con tantos recuerdos que nunca pierden su capacidad de saludo y sorpresa. El mar está picado, surcos blancos se abren o cierran como la espuma de una esperanza. Al fijarme con más atención, sobre la piel azul que se extiende bajo las alas, veo el silencioso peregrinaje de los cadáveres. Flotan repartidos entre las olas y a…

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