No estar

Estar o no estar, esa es una cuestión que merece la pena discutir. Ser o no ser resulta una cuestión shakesperiana, última, de apaga y vámonos. Pero estar o no estar supone otro tipo de cuestión, un proceso en el que caben los matices, las circunstancias y el vamos a pensarlo. Por eso se habla tanto del saber estar. La buena educación nos enseña desde niños a saber estar, comportarnos bien en una clase, una comida familiar o una fiesta. Luego ampliamos las posibilidades del destino en una cama, una relación sentimental, un trabajo o un puesto público. Saber estar con dignidad supone preocuparse por uno mismo y por los otros, quedar bien, no abusar, no robar, desempeñar con respeto las funciones encomendadas.

Cuando se cumplen años, uno comprende la importancia de saber no estar.

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