Pensar en mí

Desde que era adolescente me acostumbré a fijarme en la velocidad de la gente que camina por la calle. Debe ser una deriva más de mi afición por la lectura, ya que el ritmo de los caminantes solitarios me invita a imaginar los destinos, los estados de ánimo y las circunstancias de cada transeúnte. Quien tiene una meta y una hora precisas camina rápido, porque suele salir de su casa a la hora fijada por una meticulosa preparación. Aunque vaya concentrado en sí mismo con la ayuda de unos auriculares, la rapidez es compatible con lo que oye si se trata de música.

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