Recuerdos del colegio
El Padre Antonio Díaz, una tarde de otoño de 1969, bajó a su clase de literatura un tocadiscos. Quería ponernos a los alumnos unos poemas de Antonio Machado que acababa de musicar un cantante catalán llamado Serrat. En los Escolapios de Granada sonó la voz del joven cantautor y nos dijo que se hacía camino al andar y que la infancia acaba siendo un recuerdo. Se trataba de un huerto donde madura el limonero, pero bien podría ser un jardín junto al río Genil en el que crecían naranjas no comestibles. Aquella decisión del padre Antonio, que unos años después dejó de ser padre, pero siguió siendo mi amigo hasta su muerte, alimentó aún más mi amor por la poesía.
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