El mundo arde

Pedro Salinas escribió después de la Segunda Guerra Mundial su poema “Cero” para denunciar los efectos de los bombardeos y las armas de destrucción masiva. Una bomba lanzada a seis mil metros de altura acaba con una ciudad llena de personas, edificios, monumentos e historias. El poeta se pregunta: “¿Hay ojos que distingan / a la Tierra sus primores / desde tan alto?”. Acabar con lo que se desconoce suaviza la responsabilidad, parece más fácil que disparar contra los ojos que nos están mirando. Y por desgracia no se trata sólo de los metros de altura, sino de los procesos que convierten a las personas que tenemos cerca en caricaturas sin alma.

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