Las palabras y la política

Todos los asuntos humanos acaban convirtiéndose en una cuestión de palabras. Por eso debajo de los significantes se mueven mucho los significados y por eso los debates políticos suponen un esfuerzo por hacerse dueños de las palabras. No le faltaba razón a Manuel Azaña cuando afirmaba que la política debía ser el estado más alto de la cultura, la voluntad de ordenar la convivencia de una comunidad. Y las comunidades se hacen con imaginación y palabras, compromisos cívicos a la hora de responder a las dinámicas de la realidad.

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